viernes, enero 12, 2007

Reconozco que no estoy al día y que me asusta hablar por teléfono. Me asusta hablar al espacio abierto, a la pared próxima, seguro que al oído vecino y ajeno a mi conversación que, chismoso y pendiente de invadir mi privacidad y de ponerme en solfa porque sí, por el simple placer de hablar de lo que no sabe, de mutar las palabras en motivo de risotadas sin sentido, de burla que le pueda hacer parecer más de lo que en realidad sabe que podrá llegar a ser alguna vez, no sabrá adivinar ni interpretar nunca lo que digo guardado la privacidad y hasta la indiferencia que, en acasiones, me merezco.
Me asusta decir lo que pienso incluso de frente por miedo a incomodar, pero aún más me asusta decir lo que pueda sentir. Es como si después de abrir la boca me viera débil y vulnerable, desnudo frente a todos aunque todos resultaran realmente ser nadie. Es como borrar de golpe la coraza de mi yo, inestable, si, pero conocido dentro de un orden formal y asumido quizás sólo por el simple roce o por la costumbre o por el que no hay más remedio, pero firme al menos aparentemente en sus planteamientos; lleno de dudas por dentro y sin más verdades que las que temporalmente se consiguen ganar más por descartes que por convicciones reales, pero verdades a fin de cuentas.
Hoy quería hablar del tiempo perdido, de las ilusiones perdidas, de las ocasiones perdidas por no expresar mis sentimientos. Hoy quería hablar también de “ella” sobre todo de “ella” y no de “mi” porque esos sentimientos a los que me refería eran con respecto a ella, pero la vida es así, o a lo mejor o a lo peor, no, y no es la vida, y sólo soy yo y la forma de entenderla y de inventarla.
Y ya que estamos en ello, me pregunto: ¿La vida es o la inventamos? ¿La vida es más que respirar, y más que mirar a todas partes sin ser capaz de ver demasiado, y suspirar por casi todo, y quejarse sin encontrar nunca soluciones a los problemas falsos que nos inventamos olvidando por insolubles los reales ? ¿La vida es aquel tío-vivo en el que nos motamos o nos montan, que no se bien, y da vueltas y vueltas al unísono con nosotros mismos física y espiritualmente, o es eso que pasó a nuestro lado sin apenas ruido y fuimos incapaces de percatarnos de ello, porque estábamos demasiado preocupados por intentar saber lo que es la vida, sin acertar a verla por no mirarla nunca de frente?
Hoy quería decir tantas cosas que no he dicho ninguna; ni siquiera he hablado de “ella” de la que quería hablar, ¡tal vez mañana! ¿quién lo sabe? Hoy me he dando cuenta de que me asusta tanto la vida como hablar por teléfono y lo mejor, como siempre, es disimular y mirar a otra parte como ahora yo estoy haciendo.