viernes, diciembre 01, 2006

Me siento frente a la pantalla en blanco. El silencio es absoluto. Sólo a lo lejos, y siempre demasiado lejos, se aprecia un rumor de algo vivo a lo que debo ser indiferente porque forma parte de una realidad que no es la mía y que más allá de esta referencia impersonal y limitada en el tiempo no me dice nada. La vida tiene esto, que sólo somos nosotros y nuestro entorno perfectamente definido y aceptado. Que lo demás y los demás son sólo paisaje urbano, pura naturaleza ineducada o salvaje, algo que pudiera por pura debilidad afectarnos, que pudiera conmocionarnos alguna vez, y alguna vez, ¿por qué no?, hasta emocionarnos, pero siempre lo justo y durante el tiempo preciso para impedirle taladrar nuestra epidermis que es esa coraza por la que resbala, impermeable, todo lo ajeno, cualquier sentimiento que pudiera afectar nuestro envidiable equilibrio.
¡Equilibrio! Qué hermosa expresión. Pero, ¿a qué precio conseguimos ese equilibrio del que presumimos…, tan inestable?
La pantalla en blanco. Mi mente en blanco. El tiempo discurre a velocidades de vértigo y como quien no quiere la cosa deja entre la retina y el lóbulo cerebral donde se recrean las emociones y los recuerdos mil imágenes borrosas, repetidas hasta la saciedad, asumidas por habituales, y digeridas sin rechistar. Mil imágenes con nombres y apellidos propios: ¡Hambre! ¡Muerte!¡Injusticia! ¡Desamor! ¡Olvido! ¡Frustración! ¡Y muchas, muchas más!… Si, si, -de acuerdo- pero ¡yo paso!
¿Seguro? ¿Yo puedo pasar, seguro? ¿Basta con cerrar los ojos, con pensar en mañana? ¿Cómo, de verdad, paso yo y poder seguir siendo lo que presumo que soy?
Hubiera querido escribir algo serio lleno de adjetivos con ritmo y su poquito de música y me ha salido esto que chirría por todas partes y además no deja de ser más que obvio. Pero, ¿ debemos siempre obviarlo lo obvio ?
Lo siento, hay veces que incluso el personaje se rebela contra su autor. Lo dicho, ¡lo siento!

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Lo que dices me hace tanto sentido... Hay tantos aspectos de la realidad que nos son indiferentes simplemente porque no podemos decir de primera fuente que realmente existan. Sé, porque un testigo me lo dijo, que la felicidad existe y que se encuentra en determinados lugares ocultos, pero no lo he visto yo misma, por lo que puedo dudar de eso. Incluso puedo dudas de las pirámides de Egipto y de la muralla china, porque sólo sé de su existencia por referencia. La referencialidad es un espacio tan peligroso, porque hacemos el eterno salto de fe que nos lleva a creer, convirtiéndonos en potenciales víctimas de nuestras esperanzas. ¿Y si, después de todo, no existe nada y todo es un montaje de referencias inexactas y realidades subjetivas? ¡Qué desconsuelo posmoderno el mío!

Tal vez pienses ¿qué tiene que ver todo esto con mis letras? Y la respuesta es "no sé", sólo me vino eso a la cabeza cuando te leí. Ese espacio eternamente vacío entre la realidad y lo que queremos o necesitamos ver me pena el día de hoy y lo leí entre líneas en tus letras.

No pienses que porque tu texto no sea un mostrario de vocabulario rimbombante y musical no tiene sentido. Tiene tanto sentido que me estremezco, me paso de una idea a otra y me quedo pensando en miles de cosas que no sé definir.

Muchos saludos.

5:42 p. m.  
Blogger young_supersonic said...

Y ESO QUE TENIAS UN TREMENDO ESPACIO BLANCO FRENTE A LA PANTALLA.


ES DIFÍCIL HASTA RECONOCER CUANDO DE VERDAD SE ENCUENTRA EL EQUILIBRIO EN TODO.

LO QUE ME GUSTÓ DE TU TEXTO ES QUE ECHASTE AFUERA TODO.
Y LA CARENCIA DE SENTIDO EN ESOS CASOS ES LO QUE MENOS VALE.
YO LO HE HECHO VARIAS VECES.
PARA ESO, CREO, MUCHOS NOS CREAMOS ESTOS ESPACIOS DE DESAPEGO Y ESPEJISMOS DE NUESTROS DESVARÍOS.

SALUDOS Y GRACIAS POR VISITARME.

5:57 p. m.  

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