Me siento ante este frontón blanco, reluciente y frío de mi pantalla de ordenador con pretensión de saber como encontrar la primera letra, formar la primera palabra, y articular la primera frase que pueda tener además de sentido, que ya es difícil, cierto significado para iniciar la configuración de un pensamiento racional y lógico. Me siento, pero rápidamente me levanto al ser consciente de lo osado de mi pretensión. Pretendo demasiado y me faltan luces; seguramente me sobrará desfachatez, -seguro- pero en el fondo de todo, soterrado y casi olvidado, como uno mas de los soldados desconocidos a los que se honra precisamente su desconocimiento, -si fueran conocidos es seguro que se les desconocería o se miraría para otra parte, ¡así de injusta es la humanidad consciente y pensante!,- repito, a los que se honra de cualquier forma, porque no se van a enterar de ello, en mil monumentos con llamas eternas de color azul-butano a lo largo del mundo, queda mi conciencia, que es eso que me dice machaconamente: ¡no! ¡que no! ¡que ni se te ocurra! Pero, ¿cómo y para qué hacerle caso sin sacrificar mi propio ego, que es el no va más de mi mismo?
Que fácil era antes. Antes siempre ha sido fácil casi todo. Lo difícil de esa facilidad es que antes nosotros no éramos nosotros; bueno si, pero no; éramos nosotros pero como si no lo fuéramos, difícil de explicar y aún más de entender. Pero a pesar de todo está medianamente claro; todo se reduce a reconocer la verdad de aquella frase sacramental: ¡"Cualquier tiempo pasado fue mejor"!... Yo, debilitado por el tiempo, por la desilusión, por la esperanza y aún mucho más por la desesperanza, la acepto y reconozco. Es verdad, no voy a discutirlo, es una verdad absoluta y atemporal, que seguro, y por ello mismo, es innecesario aclarar y sería hasta contradictorio pretenderlo; si es absoluta es para siempre y desde siempre y por tanto atemporal, pero como yo soy la duda absoluta, pues eso, lo confirmo para evitar dudas a los demás, que no para mi, que soy incapaz de despejármelas y las asumo todas sin encontrar jamás respuestas, ni tan siquiera las lógicas que debieran deshacerse como azucarillos en el café. El problema es que eso, la solución lógica y el reconocimiento de esa realidad, es cierto un monto de años después, cuando nosotros hemos dejado de ser nosotros, y lo de cualquier tiempo pasado, ha dejado de ser pasado para convertirse en historia. En fin, que maravilla es ser ser humano. El que no se contenta es porque no quiere. Pero dejemos de dar vueltas a un circulo vicioso, y busquemos la razón de la sin razón de no saber que es lo que pretendía decir.
Antes, casi mucho antes de todos los tiempos, había una hoja de papel cuadriculada. Si, yo sólo supe escribir en hojas cuadriculadas donde la “a” ocupaba su espacio, y el punto de la “i” estaba en el cuadro superior de la propia letra. Antes todo estaba perfectamente ordenado, no cabía posibilidad de sorpresa alguna, ordenado, estructurado entre líneas paralelas que nunca se cortaran en un punto común rompiéndonos las barreras del orden preestablecido.
Quería hablar de la imaginación, de la propia y de las demás y me he quedado prisionero entre las líneas paralelas de un cuaderno cuadriculado, donde el solo hecho de salirse de las misma generaba sanciones superiores a la perdida de puntos del carné de conducir, que es el no va mas de la sanción actual.
Que casando estoy de sentirme siempre culpable de todo. Bueno, esto no lo he escrito yo, simplemente se me ha escapado y lo dejo porque lo dejo. ¿Para qué quitarlo si no ofendo a nadie? Quería hablar de imaginación, que debe ser la pista de despegue en dirección a “nunca jamás”, y abortado el despegue termino en el código de circulación. ¡Que pena! Hoy, corto y ya cierro, después de haber parloteado de lo que he parloteo, o sea, de nada. Mañana tal vez se me ocurra algo y hable de mi imaginación ilimitada que debe ser algo así como la confirmación de la frustración total de mi realidad. Si no, ¿para qué tenerla y de qué puede servir?
¿Se puede decir tan poco en tanto? Ni yo mismo, capaz de aceptarlo casi todo, puedo creérmelo. En fin, ¿qué le vamos a hacer?
Que fácil era antes. Antes siempre ha sido fácil casi todo. Lo difícil de esa facilidad es que antes nosotros no éramos nosotros; bueno si, pero no; éramos nosotros pero como si no lo fuéramos, difícil de explicar y aún más de entender. Pero a pesar de todo está medianamente claro; todo se reduce a reconocer la verdad de aquella frase sacramental: ¡"Cualquier tiempo pasado fue mejor"!... Yo, debilitado por el tiempo, por la desilusión, por la esperanza y aún mucho más por la desesperanza, la acepto y reconozco. Es verdad, no voy a discutirlo, es una verdad absoluta y atemporal, que seguro, y por ello mismo, es innecesario aclarar y sería hasta contradictorio pretenderlo; si es absoluta es para siempre y desde siempre y por tanto atemporal, pero como yo soy la duda absoluta, pues eso, lo confirmo para evitar dudas a los demás, que no para mi, que soy incapaz de despejármelas y las asumo todas sin encontrar jamás respuestas, ni tan siquiera las lógicas que debieran deshacerse como azucarillos en el café. El problema es que eso, la solución lógica y el reconocimiento de esa realidad, es cierto un monto de años después, cuando nosotros hemos dejado de ser nosotros, y lo de cualquier tiempo pasado, ha dejado de ser pasado para convertirse en historia. En fin, que maravilla es ser ser humano. El que no se contenta es porque no quiere. Pero dejemos de dar vueltas a un circulo vicioso, y busquemos la razón de la sin razón de no saber que es lo que pretendía decir.
Antes, casi mucho antes de todos los tiempos, había una hoja de papel cuadriculada. Si, yo sólo supe escribir en hojas cuadriculadas donde la “a” ocupaba su espacio, y el punto de la “i” estaba en el cuadro superior de la propia letra. Antes todo estaba perfectamente ordenado, no cabía posibilidad de sorpresa alguna, ordenado, estructurado entre líneas paralelas que nunca se cortaran en un punto común rompiéndonos las barreras del orden preestablecido.
Quería hablar de la imaginación, de la propia y de las demás y me he quedado prisionero entre las líneas paralelas de un cuaderno cuadriculado, donde el solo hecho de salirse de las misma generaba sanciones superiores a la perdida de puntos del carné de conducir, que es el no va mas de la sanción actual.
Que casando estoy de sentirme siempre culpable de todo. Bueno, esto no lo he escrito yo, simplemente se me ha escapado y lo dejo porque lo dejo. ¿Para qué quitarlo si no ofendo a nadie? Quería hablar de imaginación, que debe ser la pista de despegue en dirección a “nunca jamás”, y abortado el despegue termino en el código de circulación. ¡Que pena! Hoy, corto y ya cierro, después de haber parloteado de lo que he parloteo, o sea, de nada. Mañana tal vez se me ocurra algo y hable de mi imaginación ilimitada que debe ser algo así como la confirmación de la frustración total de mi realidad. Si no, ¿para qué tenerla y de qué puede servir?
¿Se puede decir tan poco en tanto? Ni yo mismo, capaz de aceptarlo casi todo, puedo creérmelo. En fin, ¿qué le vamos a hacer?
1 Comments:
Asi que usted es de los que piensa que cualquier tiempo pasado fué mejor pues yo discrepo con usted -ya está, imagino, acostumbrado a mis discrepancias :)- y discrepo porque para mí lo que tiene que venir, el futuro -nuevamente imagino- seguro que es cien mil veces mejor, luego no será nada pero me gusta egañarme con esa afirmación además que... ¡y yo qué sé después de todo ¿no?! (usted tampoco querido amigo, no lo olvide)
¿Sabe una cosa? Me imponía mucho más una hoja de papel en blanco -y digo me imponía porque hace ya tiempo que salvo en la agenda y ahí tengo claro lo que tengo que escribir porque no lo dispongo yo sino las circusntancias y agobios del respetable, usted ya me entiende- que la pantalla de oredenador; no le tengo el mismo respeto ni la consideración que a un papel, imagino que debe ser por que me intimida pensar en él como la herramienta de un escritor, el soporte de sus historias por eso quizás me resulta más complicado hacer en papel lo que hago en el procesador de texto de mi ordenador con una digamos relativa faciclidad y desde luego sin ningún miramiento -luego ustedes me sufren pero como son tan amables pues...-
Una vez escribí un hilo con eso que usted nos cuenta al principio, y es verdad que cuando no tienes nada que decir y te sientas delante del ordenador al final aunque sólo sea contando que no tienes ni media idea buena en la cabeza - a veces ni mala- y dándole vueltas al tema de una cosa pasas a otra y al final siempre se acaba contando algo así que -yo ya sabe, a lo mío que es tentarle para que escriba más seguido :P- déjese llevar por esa supuesta pretensión o... ego, de verdad ;-) que a mí me gusta leer(le)...
Me sonrio -no se enfade no es de usted- pero sí cuando dice que está cansado de sentirse culpable de todo -aunque no lo haya escrito y yo obediente no lo haya leido- es inevitable porque cada cual es como es o como le han dejado ser -no es una excusa- una vez hablamos de algo parecido ¿lo recuerda? y concluimos -y pluralizo porque no me contradijo en aquella ocasión y el que calla...- en lo complicado que es ser uno mismo si esto suponee ser un poco distinto en como el grupo mal tolera las diferencias... en fin cosas y casos pero no me enrollo más que prentendo que sigamos siendo amigos
Un beso Argamenon :))
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