viernes, junio 22, 2007

Hoy me miro las yemas de los dedos y me quedo perplejo. Mi epidermis despierta de su sueño de tiempo y me reclama a voz en grito: “¡levántate y anda!”, y yo, incapaz de reaccionar, me quedo en tierra de nadie, a caballo de todo, desorientado totalmente porque parezco intuir que efectivamente ha pasado el tiempo, y durante ese tiempo, sin poder precisar cuanto, debí de estar ausente.
Ausente, si. Lejos, si. ¿Consciente, acaso, de la propia inconsciencia? No lo sé, ¿pero qué más da? Son ya tantas las preguntas de las que ignoro las respuestas, que una más no importaría demasiado.
Vivo, y lo sé porque respiro y me levanto todas las mañanas para repetir el mismo itinerario, con las mismas paradas, y las mismas escenas que se suceden casi siempre. Con toda la amabilidad del mundo reparto a diestro y a siniestro las mismas frases de siempre, pretendiendo, desde la distancia calculada, ser calido, comunicativo, participativo y próximo; pero soy incapaz de saber a ciencia cierta, aunque sí llegue a intuirlo, que estoy a la distancia suficiente para saber que soy indiferente; que mis reacciones son automáticas, educadas, carentes de toda calidez que pudiera nacer de un sentimiento ligeramente más profundo del estudiado milimétricamente para quedar simplemente bien, sin excentricidades y sin pasarme.
Hoy no hay ningún estimulo especial, creo. No he bebido una copa de más que pueda desinhibirme más de la cuenta. No me he sentido más perdido que de costumbre. Mi sensación de inconsistencia es la misma que siempre, y sin embargo hoy y ahora soy consciente, por sorpresa, eso si, de que te busco; que quiero tropezar contigo; que necesito de ese roce que me reubique en este mundo de seres vivos. Necesito sentirte, sólo eso, ni nada más ni nada menos; no gozarte, que seguro que es otra cosa y sólo tiene una sola dirección. Lo de hoy lo intuyo como una necesidad que nace, desesperada, de lo más limpio de mi ser. Necesito sentirte a ti, con esa sensación tibia de cotidianeidad. Nada excepcional. No quiero fuegos de artificio. Hoy sólo te necesito a ti, nada que pueda simplemente complementarme porque yo sea algo, sino que me dé la existencia que se me debió perder por el camino. Sólo a ti, tal como debes ser a pesar de mi mismo.
Me miro las yemas de los dedos y entablo esa conversación profunda de las sensaciones que chocan con los sentimientos, y de los sentimientos que se empequeñecen frente a las necesidades, que son egoístas y sólo tienen un nombre propio y apellido distinto.
Hoy he descubierto que estoy muerto de miedo, aunque no sea justo, y que por ello, es muy posible, que dejara de respirar. Pero, ¿qué importa la justicia?, y, sobre todo, ¿a quien le importa un comino la justicia?
La justicia es un concepto abstracto y es manejada y manipulada por seres humanos que presumen, por decreto-ley, de justos, y ya se sabe, “¡dime de qué presumes,… .” Perdón, por seres humanos simplemente. La pregunta es si los seres humanos somos o no justos. Habría que pensar que si para poder seguir adelante, pero la realidad, terca como ella sola, parece decirnos lo contrario. ¿Y tú?, ¿eres tú otra cosa? ¿Qué quieres que le diga a las yemas de mis dedos si en ellas están todas mis…? ¿todo yo? Si, ya sé que poco, pero ¿qué le puedo hacer si pretendo seguir viviendo?
Mañana, aunque las yemas de mis dedos te sigan reclamando, seguiré repitiendo mi itinerario, con mis mismas frases agradables, aunque quizás algo menos vacías de sentimientos, y tarareando alguna vieja canción: Hoy tengo ganas de….

4 Comments:

Blogger Telémaco said...

Tenía ganas de leerte una nueva entrada. Como siempre, me dejas sin palabras. Lo que dices y cómo lo dices es especial, pero sobretodo es cercano. Gracias.

11:11 a. m.  
Blogger e-catarsis said...

¿Cuánto tiempo se necesita para que el miedo se difumine? ¿Es posible olvidar? ¿Cuánto tardan en pegarse los pedazos? ¿Quedan cicatrices? ¿No es el miedo una red de seguridad? Si lo consigues, si ves que pueda ser ¿querrás decirme como ha sido? Porque yo me esfuerzo todos los días en mantener ese nivel de miedo que me permite respirar ¿Sabes? Cuando voy andando me descubro agarrada a mis pulgares, es curioso y la verdad es que te lo cuento porque sé que te importa un colín, bueno y porque lo he recordado imaginándote perplejo mirando tus dedos; no es algo que haga de manera consciente y cuando me doy cuenta los suelto y abro mucho las manos... supongo que equilibra agarrarse a algo, de manera que tu le hablas a las yemas de tus dedos ( bueno tal vez no sea una conversación o sí) y yo me agarro los pulgares, de alguna manera están ahí cerca ¿no?

Saludos y gracias por las visitas :)

9:45 a. m.  
Blogger stel said...

Las conversaciones con uno mismo sobre lo sentido, lo vivido y lo necesitado son muy peligrosas. Yo, ante la natural ausencia de respuestas (porque la vida suele ser complicada) acabo pensando que el azar ya lo resolverá. Fácil, loo se, pero ante la duda que lo resuelva otro jeje. No, en serio, a veces conseguir que coincidan necesidades, hechos y deseos parece (casi) imposible, es duro...

Por cierto, creo que me ves con muy buenos ojos. A veces ya me gustaría tener ese grado de seguridad y de tener las cosas claras de qué me hablabas, pero ostras, las dudas y el miedo me ganan. En fin, a seguir luchando.

Buena verbena!!

10:43 a. m.  
Blogger mangeles said...

Junio es mi mes...Mi cumpleaños..a ver si este año sus yemas escriben algo más que el año pasado...

1:49 a. m.  

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