Tengo más años de los que deseo, que es un deseo nada original desde Adán y Eva, y menos de los que necesitaría para poder hacer lo que quisiera. El tiempo es eso, la burla constante, la pirueta en el aire, el triple mortal permanente y sin red *; el tiempo siempre está ahí presidiéndolo todo discretamente y se divierte cuando lo miramos de frente, y nos descoloca.
El tiempo siempre nos descoloca, porque mañana casi siempre resultó ser ayer cuando nos damos cuenta. Vivir el hoy es tan sólo una expresión literaria, un espejismo, la quimera de todo ser humano consciente, y la frase preferida de cualquier humano inconsecuente y simplón. Pero esa no es mi cuestión hoy y ahí la dejo.
Quisiera encontrar el momento en el que se me permitiera equivocarme solo.
Quiero pensar, y que mi pensamiento no vaya a ninguna parte, que sólo rebotara contra las paredes de mi habitación y me golpeara, si no hay mas remedio, con el daño o con la satisfacción, que no sé qué pudiera ser, que debiera producir en el vacío más absoluto, sin testigos, sin sumisos ni siquiera por mimetismo, por respeto reverencial, si es que esto aún existe. Que mis pensamientos no sean responsables de más errores que los míos propios, sin secuelas, sin daños colaterales, sin flecos, sin consecuencias, sin mas responsabilidad que la de mirarme al espejo y decirme sin recato: - “Querido amigo, ¡que pobre tonto sigues siendo! ¡Otra vez te has equivocado!”
Me he equivocado y sigo siendo…; si, eso es cierto y eso debiera ser todo. Una aceptación, un “mea culpa” sin contrición, la frustración que casi no duele y se diluye con el primer sorbo de orujo, mientras nos desperezamos en nuestro asiento discreta y educadamente. Sólo eso y nada más Quiero seguir siendo triste, y gris, y dubitativo, y humano. Sobre todo humano, y temblar sin recato con las emociones ocasionales, y temblar sin vergüenza con los sentimientos nobles, y seguir temblando sin disimulo con la rabia que alimenta lo que es injusto. Sobre todo humano y nada más, y sólo eso, con el miedo que debe dar.
Por supuesto, y lo reconozco, en el fondo tengo lo que no quiero tener, pero me falta lo que de verdad necesito.
Está claro que cada vez debo ser más racional, pero seguramente menos reconocible en mi entorno humano que entiendo que es simplemente otra cosa, ¿tal vez el sentimiento?
Una pausa. Un tiempo prudencial para la reflexión. Un silencio con apariencia de silencio inteligente. ....
Una pregunta sincera: ¿en qué agujero negro me he dejado caer?
El tiempo siempre nos descoloca, porque mañana casi siempre resultó ser ayer cuando nos damos cuenta. Vivir el hoy es tan sólo una expresión literaria, un espejismo, la quimera de todo ser humano consciente, y la frase preferida de cualquier humano inconsecuente y simplón. Pero esa no es mi cuestión hoy y ahí la dejo.
Quisiera encontrar el momento en el que se me permitiera equivocarme solo.
Quiero pensar, y que mi pensamiento no vaya a ninguna parte, que sólo rebotara contra las paredes de mi habitación y me golpeara, si no hay mas remedio, con el daño o con la satisfacción, que no sé qué pudiera ser, que debiera producir en el vacío más absoluto, sin testigos, sin sumisos ni siquiera por mimetismo, por respeto reverencial, si es que esto aún existe. Que mis pensamientos no sean responsables de más errores que los míos propios, sin secuelas, sin daños colaterales, sin flecos, sin consecuencias, sin mas responsabilidad que la de mirarme al espejo y decirme sin recato: - “Querido amigo, ¡que pobre tonto sigues siendo! ¡Otra vez te has equivocado!”
Me he equivocado y sigo siendo…; si, eso es cierto y eso debiera ser todo. Una aceptación, un “mea culpa” sin contrición, la frustración que casi no duele y se diluye con el primer sorbo de orujo, mientras nos desperezamos en nuestro asiento discreta y educadamente. Sólo eso y nada más Quiero seguir siendo triste, y gris, y dubitativo, y humano. Sobre todo humano, y temblar sin recato con las emociones ocasionales, y temblar sin vergüenza con los sentimientos nobles, y seguir temblando sin disimulo con la rabia que alimenta lo que es injusto. Sobre todo humano y nada más, y sólo eso, con el miedo que debe dar.
Por supuesto, y lo reconozco, en el fondo tengo lo que no quiero tener, pero me falta lo que de verdad necesito.
Está claro que cada vez debo ser más racional, pero seguramente menos reconocible en mi entorno humano que entiendo que es simplemente otra cosa, ¿tal vez el sentimiento?
Una pausa. Un tiempo prudencial para la reflexión. Un silencio con apariencia de silencio inteligente. ....
Una pregunta sincera: ¿en qué agujero negro me he dejado caer?
5 Comments:
Desde que deseas ser tan humano, ya lo estas siendo...
Cargas tanta tristeza consentida en tus palabras que me provoca darte un abrazo para apaciguar tus dolencias tan humanas.
Aqui te dejo mi abrazo tambien humano...
Yo siento tus palabras muy cerca de mis sueños... y siento tus ideas rebotar en mi craneo como deseas que reboten en ti... Y sospecho que conozco un poco el agujero negro en el que te has metido... Y comprendo que no quieras daños tercerso, pero a veces ese el sino de nuestras vidas... y también quisiera tener menos años... pero estoy asumiendo los riesgos que corresponden al ser mas joven... para recordrme de que estoy vivo!
Un abrazo!
seguir siendo es mucho, significa que no pierdes tu esencia, que a pesar de los errores, problemas, manipuladores y demás fauna con la que te has cruzado y cruzarás, no te has dejado cambiar...
el tiempo pasa, cierto, a veces incluso parece que se escapa, pero otras va bien que se vaya para dejarnos pensar y entender mejor los porqués ¿no?
respecto a tu pregunta, dudo que te "hayas dejado caer", no pareces alguien capaz de rendirse...
(tu post me dejó sin palabras, yo tengo poco de faro, ya me cuesta lo suyo iluminar, como para poder guiar a otros... jeje. gracias, de veras)
EN NINGÚN AGUJERO CREO YO.
TODOS ESTAMOS EN ÉL POR EL SIMPLE HECHO DE VIVIR EN CONTRA DEL TIEMPO Y SUS PRESIONES.
PORQUE AQUELLAS, Y MUCHAS OTRAS MÁS, SON SEÑALES DE QUE ESTAMOS VIVOS Y SOÑANDO.
SALUDOS.
No creo que hayas caído en ningún pozo, desde el mismo instante en que te cuestionas tu humanidad
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