Mi perro es más inteligente que yo, estoy seguro. Mi perro no tiene nombre y no tiene raza. Mi perro ni siquiera ladra cuando debe ladrar para no molestar a nadie. Mi perro me acompaña. Agacha las orejas cuando le miro y me dice, mirando a otra parte y sin abrir la boca para no dejarme nunca en evidencia, “pobre tonto, ¿por qué se complica la vida tan inútilmente? Y yo, que aunque no hablo el lenguaje de los perros, porque ya casi ni sé hablar el de los humanos, le entiendo y asiento con él; - “sí, efectivamente, ¿por qué me complico tanto la vida?”
Yo me quedo pensando en la respuesta adecuada, no sé si inteligente o simplemente por disimular, sabiendo que nunca la encontraré. Él, irracional e intuitivo, se enrosca entre mis pies buscando y trasmitiendo ese contacto tan tangible como necesario y su calor, ese calor que sabe ahuyentar a los fantasmas de hoy y de ayer que surgen dibujándose en las paredes cada vez que nace la soledad, y sabiendo que ya ha roto el horror de la angustia primera y que, seguramente, seré capaz de sobrevivir a mi mismo, dormita junto a mis pies habiendo cumplido satisfactoriamente su labor; el resto ya sólo depende de mi. Una vez más, como buen lazarillo, intuye que ha sabido llevar a buen puerto a éste zote que en mala hora le ha tocado en suerte, y al que ha llegado a querer solamente porque del roce, según dicen, nace el cariño.
Con la tarea cumplida se siente seguro, porque nadie está obligado a dar más de lo que puede. El resto es lo de siempre, el martirio de escuchar alternativamente mi música decadente y mis pasos tambaleantes e inseguros en su entorno, sintiendo siempre después el contacto de mi mano cuando busca, y él lo sabe sin importarle demasiado, no se sabe bien que tacto perdido que pudiera devolverme la apariencia de vida por unos segundos. No rechista, no se inmuta, me mira de abajo-arriba, con los ojos entre abiertos y un punto de compasión en su cabeza gacha, sin moverse, sin regorgutar, sabiendo que no debe romper ese instante mágico donde la realidad deja de ser realidad para convertirse en ensoñación. Después, cuando mi mano perdida en su desvarío se relaja sabiendo a medias que está en ninguna parte, él se mueve ligeramente, dándome dos lametazos secos que deben significar algo así como “ ¡ tranquilo!, todo está consumado”; luego suspira con un suspiro largo, y sabiendo de mi inconciencia, se relaja y dormita con un sólo ojo, pendiente con el otro de lo que pudiera pasar.
"Mañana será en un muevo día", - seguro que piensa-. "Un nuevo día y otra vieja historia repetida ".
Mi perro es más inteligente que yo. Lo mejor de todo ello es que él lo sabe y trata de disimularlo para no herirme.
Yo me quedo pensando en la respuesta adecuada, no sé si inteligente o simplemente por disimular, sabiendo que nunca la encontraré. Él, irracional e intuitivo, se enrosca entre mis pies buscando y trasmitiendo ese contacto tan tangible como necesario y su calor, ese calor que sabe ahuyentar a los fantasmas de hoy y de ayer que surgen dibujándose en las paredes cada vez que nace la soledad, y sabiendo que ya ha roto el horror de la angustia primera y que, seguramente, seré capaz de sobrevivir a mi mismo, dormita junto a mis pies habiendo cumplido satisfactoriamente su labor; el resto ya sólo depende de mi. Una vez más, como buen lazarillo, intuye que ha sabido llevar a buen puerto a éste zote que en mala hora le ha tocado en suerte, y al que ha llegado a querer solamente porque del roce, según dicen, nace el cariño.
Con la tarea cumplida se siente seguro, porque nadie está obligado a dar más de lo que puede. El resto es lo de siempre, el martirio de escuchar alternativamente mi música decadente y mis pasos tambaleantes e inseguros en su entorno, sintiendo siempre después el contacto de mi mano cuando busca, y él lo sabe sin importarle demasiado, no se sabe bien que tacto perdido que pudiera devolverme la apariencia de vida por unos segundos. No rechista, no se inmuta, me mira de abajo-arriba, con los ojos entre abiertos y un punto de compasión en su cabeza gacha, sin moverse, sin regorgutar, sabiendo que no debe romper ese instante mágico donde la realidad deja de ser realidad para convertirse en ensoñación. Después, cuando mi mano perdida en su desvarío se relaja sabiendo a medias que está en ninguna parte, él se mueve ligeramente, dándome dos lametazos secos que deben significar algo así como “ ¡ tranquilo!, todo está consumado”; luego suspira con un suspiro largo, y sabiendo de mi inconciencia, se relaja y dormita con un sólo ojo, pendiente con el otro de lo que pudiera pasar.
"Mañana será en un muevo día", - seguro que piensa-. "Un nuevo día y otra vieja historia repetida ".
Mi perro es más inteligente que yo. Lo mejor de todo ello es que él lo sabe y trata de disimularlo para no herirme.
9 Comments:
Me gustan los perros, en realidad me gustan todos los animales no racionales. Y estoy contigo, su inteligencia intuitiva supera a la racional.
Sólo necesitan 3 cosas, comida, afecto y buen trato.Ellos a cambio con un lametazo te dan su calor, su compañía y su lealtad.Y no dudan en tirarse a la yugular de alguien si sienten que ese alguien es una amenaza.
Un abrazo
Nerim
ES QUE LOS PERROS SABEN HACERLA.
ALLÍ ES DONDE RADICA SU INTELIGENCIA.
Y AUNQUE DUELA, TAMBIÉN SON MÁS FIELES QUE LOS PROPIOS HOMBRES.
SU LEALTAD ES INFINITA, Y AL PARECER, LES RESULTA MÁS FÁCIL SER FELICES.
SALUDOS.
Y son la mejor compañia...
Siempre quise tener un perro como el tuyo, pero no tuve suerte. O no los supe entender, seguramente...
Dicen tanto sin decir nada. el lenguaje canino puede parecer un misterio a veces, pero solo hay que observar para aprender de lo que nos dicen.
Tu perro se parece al mio...inteligente y en sus ojitos su sabiduria brilla, y a veces pasan dias y no caigo en cuenta que la que no es inteligente soy yo! y hasta para consolar mi descubrimiento lo hace con inteligencia de la mas ingenua.
Besos y abrazos
y hacen piruetas también... a mi no me apasionan los animales pero he de confesar que los perros son gran compañia
me ha gustado mucho este post hecho con tanto cariño hacia los animales. Hacen falta mas personas como tu en este mundo, mas personas que amen asi a los animales que tanta falta hace...cariño en este mundo.
un beso para ti y para tu perro.
Me dejás que te un abrazo?
qué hermosa reflexión.
En medio de lo profundo del tema, me recordaste mi perro, al que perdí hace un tiempo, siempre tan dispuesto al cariño y tan sereno frente a su destino.
(F)
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