sábado, octubre 25, 2008


¿Tal vez un alto en el camino?

Este siempre ha sido mi espacio propio, pero, y posiblemente sea una pedantería decirlo ahora, también siempre ha estado abierto, sin necesidad de proclamarlo, a esas almas gemelas que desconocía que pudieran existir aunque presumía, no sé porqué, de su existencia.
Los afectos son los afectos y dependen de uno mismo, tal vez de dos. Las afinidades son otra cosa; existen o no existen, se identifican y se reconocen entre si y hasta de lejos, y se relacionan o, incluso, se ignoran conscientemente, pero ahí están a pesar de ellas mismas. Se manifiestan frente a los demás y sobre todo entre sí, mostrando sus inequívocas señas de identidad aunque alguna se empeñe en negarlas. Son almas gemelas a pesar de ellas mismas.
Pero no es de almas gemelas que quiero hablar. Simplemente recalcar una obviedad totalmente innecesaria: éste es mi espacio y lo ensucio como quiero, que habitualmente quiero hacerlo con decoro y con un punto de elegancia aunque no lo consiga siempre.
Este es mi espacio y lo lleno como buenamente sé, sin más pretensión que la de satisfacer, y sólo frente a mi mismo, mi propio ego personal. Escribo lo que quiero, como quiero, y diciendo medias verdades y muchas mentirás hasta donde me da la gana y soy capaz de llegar o llega mi imaginación a pesar de mí mismo.
¿Me sirve a mí? Ni idea. Sé que lo disfruto. Que en ocasiones me siento acompañado. Que percibo a través de él el ritmo acompasado de algunas respiraciones próximas y casi siempre amigas. Que ayuda. Que lo necesito y lo busco por lo menos una vez al mes. Que existe y me hace existir, que debe ser un punto más que simplemente vivir. Que me saca de mi propio anonimato sin revelarme más allá de lo que soy capaz y pretendo quedar en descubierto.
Pero a lo que iba.
Cedí este espacio a un amigo de hace mil años, y él escribió lo que quiso. Simplemente esbozó unos hechos a grandes trazos y con líneas muy poco definidas. Un cúmulo de acontecimientos y algunas reflexiones suficientemente vaporosas para que cada cual pudiera ponerle, si le apetecía, nombres propios, lugares conocidos, y hasta fechas determinadas, y después sacara las conclusiones que a cada cual le pidiera su propia alma, si es que se las hubiera pedido, caso de existir y de llamarse de tal guisa.
No había historia. Tampoco personajes. Y seguramente tampoco era necesario que los hubiera, y menos aún de identificarlos.
A ese amigo le contestó otro igualmente nacido en la noche de los tiempos, quien también quiso exponer su punto de vista sobre ese conjunto de hechos. Entendía, o creo que así era, que la vida es muy compleja, y muy confusa, y muy complicada, y muy contradictoria, y porque la vida era vida y transcendía más allá de las reglas habituales de lo normal sin sobresaltos, también entendía que podía ocurrir cualquier cosa en cualquier momento, y quería saber más, simplemente eso: ¡saber más! Nada más que curiosidad sobre las razones de ser de otro ser humano parejo, pensante, y además inteligente. No se atrevía a buscar soluciones, me consta, y ni siquiera las pedía; sólo saber el porqué de lo que nunca suele tener un porqué salvo en los testos y tubos de ensayo de los teóricos de cualquier ciencia.
Seguro que no había respuestas. ¿Cómo podía haberlas si en la vida real dos y dos nunca suele ser cuatro? Sólo conocía las preguntas y pretendió por medio de ellas tratar de esconder una especie de rudimentario resorte que pudiera incitar a su destinatario principal, que por supuesto no lo era alguien en concreto, a que encontrará las propias respuestas. Pretendía que ese hipotético destinatario quedara situado en el punto exacto de inflexión, ese en el que nace la incomodidad a seguir como si nada y obliga a exigirse algo más, incluso la negación de si mismo si fuera necesario.
Ninguno de ellos trató de dejar en evidencia a nadie. Ninguno de ellos pretendió juzgar lo que no se puede, ni se debe, ni ha lugar a que se juzgue. Ninguno de ellos pretendía nada más allá de lo que es normal en el ser humano, husmear en la vida de los demás sin mayor ni mejor pretensión que la de intentar ayudar, que casi nunca se ayuda; pero nunca la de lo que por estos lares se llama muy gráficamente “chafardear”
Y no voy a seguir.

Hoy recibo entre los comentarios a un testo publicado aquí otro que lo enriquece, convirtiendo este blog en algo que, según mi criterio, empieza a hacerlo valer la pena; y como es mío y, además, porque me da la gana, lo reproduzco literalmente:

“A veces no puede contigo un infarto y te mata la simple espina de un pescado que te tragas. Llevado a los días de la vida resulta que el menor de los acontecimientos puede hacerte añicos cuando estabas acostumbrado a bregar con molinos de viento. Así de pavorosa es la existencia en este valle de lágrimas.
Están también los otros cuya firmeza y resolución no significa gran cosa para ti porque no pueden ayudarte. Como casi todos tú también llevaste un superviviente dentro. En apariencia seguías siendo dueño de una imagen confortable, sin fisuras, aunque te tragaste la espina y de pronto todo se precipitó, te empezaste a contemplar como desde fuera, despojado y ausente, un tanto aturdido, marginado del control de tu propio carácter. Al parecer, te dicen, no has logrado oponerte lo suficiente a ciertas sombras acechantes de la realidad. Sin justificación alguna decidiste recapitular y te retiraste a prudente distancia de los objetivos de tu vida. Ya escampará, comentaste, después de los días furiosos llegará la dentellada de sol y continuaré adelante. Aunque el tiempo pasa y no hay mejoras.
No sé ustedes, pero yo desearía volverme invisible para que los otros se olviden un tanto de mí y yo de ellos, aunque entiendo que las cosas mundanas no funcionan de este modo.
Cuando Argamenón inició el camino de ese post de doble o triple vuelta diciéndonos que él no era él, supe muy pronto de quién más hablaba. Esa invitación a su alma gemela que debía rendir cuentas y apropiarse de la continuidad de su segundo post bien podía ser yo. El resto es conocido por los que han dejado su granito de arena en sus acertadas y oportunas réplicas.
Pero como no hice lo que pedía, Argamenón se sintió en la obligación de escribir la segunda parte. Si leen con atención ambos textos descubrirán claves más que suficientes para entender lo que digo.
Argamenón no sólo roza los problemas de una vida en conflicto, sino que profundiza en sus motivos y se duele ante tamaño falta de vigor. No comprende la nula reacción de quien somete al juicio ajeno sus contrariedades.
Me confieso también un lobo estepario más (aquí hay algunos que lo son por lo que les leí en el pasado, incluido el propio Argamenón). Soy hermético y muy crítico conmigo mismo. Lo que fácilmente puedo aceptar en otros nunca me lo permitiría de mí. He llegado hasta ese punto de estulticia. Tengo un pasado del que no me recupero y tal vez por eso me vacuno con un tipo de escritura enfermiza que siempre remolonea entre tiempos verbales perfectivos y, digámoslo de otra manera, estampas de acontecimientos añejos. No es vanidad, ni capricho, ni diversión. Tampoco una elección consciente. Sucede de esa forma. Eso es todo.
A veces juego a consentirme la creencia de que he superado los sentimientos de culpa, pero el efecto se desvanece rápido. Si uno no se perdona antes a sí mismo no hay perdón posible. Ni redención. Ni alivio. Queda, eso sí, la fingida salvación literaria. La visión que logras cuando te abismas en palabras que producen una especie a arrullo suave y reconfortante. Poco importa que estés hablando de la muerte de una madre. Ése es el efecto que consigues y al parecer te calma los nervios dañados. Permaneces al amparo de una enajenación reconfortante. Ya no eres tú el que vive, tan sólo eres el que escribe. Pero esa impresión no dura mucho. Sólo hasta que estallan nuevos acontecimientos que se unen a los viejos y ya no sabes qué hacer, por dónde tirar. De modo que te arrinconas todavía más.
Desapareces de los sitios de un modo vergonzante. De aquí, por ejemplo. Me llevé todas mis huellas porque no quería dejar testigos ni testimonio alguno. Y de paso me llevé sus voces, las suyas, cosa que lamento profundamente.
También para esa acción que acabo de exponer tenía mis razones que no voy a desvelar. En todo caso Argamenón ya lo cuenta en sus reflexiones: culpa, perdón, memoria, redención, reparaciones, raíces familiares, pensamientos que no concilian, alterada conciencia, escrúpulos, falta de libertad, retorcidas obligaciones morales…Por todo y por nada me quedé en silencio. Acallé mis protestas interiores a costa de renunciar a mí mismo. Otra frase redonda que no se ajusta a la verdad con mayúsculas, pero que es lo que me puedo ofrecer a día de hoy. A lo mejor todo lo demás sea también como Argamenón lo contempla. Incluso el hecho más que probable de que fuera salvado por una mujer que ahora pretende privarme del derecho a equivocarme. Otra historia inmortal que confío que algún día se escriba sola.
Si no ustedes, confío en que Argamenón me entienda. Y hasta puede que vaya a quedarse lívido por esta inesperada intromisión ahora que está preparando el punto tercero de todo este asunto. Quiero leerlo, desde luego, pero yo le diría lo siguiente: no le des más vueltas, querido Argamenón, huye de círculos, espirales y bailes de salón. Que no te causen desvelos inútiles otras almas errantes.
Mira, voy a seguir leyendo a Philip Roth: “Los hechos” (autobiografía de un novelista), a ver si se rompe el cántaro de la contención y fluye de nuevo la escritura sin mordazas.”

Seguramente alguien se preguntará el porqué de esta pirueta, y la verdad es que no hay ninguna razón para ella. Simplemente me hubiera gustado saber escribir lo que he transcrito. Vivirlo no. Sólo sacar al exterior un retazote de la propia vida sin aspavientos ni grandes gestos, con un lenguaje coloquial, nada demoledor, sí triste. Simplemente decir lo que ocurre, qué nos pasa, cómo lo asumimos sin comprenderlo, y manifestar que pese a todo seguimos… ¿adelante?
Pero no me resisto. Es fácil decir eso de “que no te causen desvelos inútiles otras almas errantes”, lo realmente difícil es saber cómo evitarlo, y yo, lo siento, sé que no sé como hacerlo. A lo peor ni lo pretendo.
¿Habrá un punto III? Pues, ¿quién lo sabe? Y sobre todo, ¿qué más da? Siempre depende todo del orujo ingerido y hasta de la pureza del mismo. ¿Cómo voy a saberlo a estas horas?

16 Comments:

Blogger mangeles said...

Jee...que bien....voy a leer...BESITOS

9:26 a. m.  
Blogger mangeles said...

¡¡¡¡Precioso¡¡¡ un beso amigo...CALIMATIAS...HA SIDO UN ENCUENTRO GENIAL.

9:36 a. m.  
Blogger Lúzbel Guerrero said...

Es verdad ARTRIDA; ¿quién es capaz a esa hora de la madrugada de saber algo a ciencia cierta?
Yo me he quedado a dos velas, y eso que han pasado sólo 12 horas

10:22 a. m.  
Blogger tequila said...

besos

5:52 a. m.  
Blogger mangeles said...

EHHH SR. ARGAMENÓN..tiene que haber tercera parte ehhhh....

Besos de domingo

8:58 a. m.  
Blogger mangeles said...

LÚZBEL...Vd que es el más guapo de los diablillos...¿porqué llama Artrida a Argamenón?...

BESOS del DÍA DEL SEÑOR....LOADO SEA.

8:59 a. m.  
Blogger nomolamos said...

increible lo que escribes como siempre...
pero me surgen tantas preguntas que hacerte al respecto....
no se, casi mejor me quedo callada... hay cosas que no entiendo.
me gustaria tener un conversacion contigo, busca en mi perfil mi email, seria interesante....
un beso.

5:42 p. m.  
Blogger Ginebra said...

Las espirales marean y se acaba no sabiendo qué está arriba y qué está abajo de una forma muy tonta: hay que evitarlas en lo posible. Y los círculos también, que nunca se llega a ninguna parte y encima corres el riesgo de quedarte dentro para siempre y morirte de redondez.

2:12 a. m.  
Blogger mangeles said...

¿ Os acordaías cuando eramos niños...y nos poníamos a girar y girar...para marearnos y ver si podíamos componer el equilibrio o al final caíamos????

¡¡¡ande Argamenón..que seguró que si lo hacía¡¡¡¡ Incluso Calimatías con todo lo serio que se pone...y los demás...vamos...sin duda

Besos

6:54 a. m.  
Blogger Lúzbel Guerrero said...

¡PLÍÑ!
MANGELES, si retira la oprobiosa figurita de Lladró con la que pretende representarme se lo diré

ARTRIDA, no se deje influir por estos duendes que dicen ser quienes no son; la pirueta le es intrínseca, y sabe que hay quien la disfruta, además de Ud.
Las voces que nos habitan, son como una frase que escuché hoy: "Las cosas no son como son, son como estamos"
Y sí, hay más lobos esteparios; más teatros mágicos, erigidos para representar lo singular, y mirar la cara del público, buscando las emociones clavadas como dardos en sus miradas de ida y vuelta
La pirueta le es intrínseca decía; y a qué negarse si para ella hay un público especial, como aquella amiga en común que tenemos
Ud. es para mí la razón y la emoción, disfrazada de pirueta que no acaba, porque ellas no acaban; Y el ¡más difícil todavía! es hacer la misma rutina, y que parezca otra

4:57 p. m.  
Blogger mangeles said...

¡¡NI LO SUEÑE LUZBEL¡¡...se queda de figurita de LLADRO...para los restos...con barriguita incluida...

Besos de domingo para los dos...o los tres..o los 5 ....para todos ...que hoy que tengo un montón.

1:48 a. m.  
Blogger Sirena Varada said...

No he leído en este blog nada semejante de lo escrito por usted y por su amigo ("desaparecido") que me haya producido este efecto (el de enmudecer; me cuesta escribir). Hay quien lo sabe.

Cuando las cosas se han ido por fin de las manos debe de cesar la lucha por entenderlas; pero ese es el final del trayecto. Acaso mejor un alto en el camino para retomar y seguir ensayando otras travesías; elucubraciones y ganas de no encajar con lo que hay (y se sirve) y el resto de lo que se supone que hay que explorar, aunque siempre sea con un alto coste de lo racional.

Un placer leerles. Gracias a los dos por su lucidez y por su emotividad contenida.

10:49 a. m.  
Blogger mangeles said...

SIRENA VARADA...Calimatias es un amigo muy especial de Argamenón...y nos escribió una historia en su blog sobre la vida de un profesor de literatura de un Instituto llamado Anibal (no pongo comas porque no me funcionan algunas letras del ordenador)que buscaba ante todo que sus alumnos pensasen y amasen la literatura.

Todos los días nos encontrabamos con un capítulo nuevo de la historia de Anibal y de otro personaje oculto...sin nombre...que no sabía abrir las bolsas de plástico del supermercado...y cuya existencia era muy triste.

Y allí comentabamos Argamenón ..Lúzbel Guerrero y yo...y Calimatias nos contestaba...También de vez en cuando había otros comentarios de gente que se pasaba por allí...pero nosotros estabamos espeando siempre nuestro capítulo diarío.

A los 3 meses acabó ....y Calimatias cerró su blog y se quedó en silencio..sin más...con alguna exporádica aparición por este blog...incluso por el mío...pero poca cosa..

Hay quien piensa que Argamenón y Calimatias son la misma persona. YO NO LO CREO...pero...a saber...

Espero haberte llevado algo de luz guapa....UN BESOTE

10:41 p. m.  
Blogger mangeles said...

PD.: CALIMATIAS escribe genial...con claridad...serenidad...sin nada que sobre y nada que falte...ERA UN PLACER INMENSO LEERLE...aparte de que la historia fuera divertida y triste...ilusionadora y cotidiana...de todo un poco.

REBESOS

10:43 p. m.  
Blogger mangeles said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

10:43 p. m.  
Blogger mangeles said...

¡¡¡ ET LLAMANDO A LA TIERRA...HAY ALGUIEN POR AHÍ...BIP ..BIP...BIP...¡¡¡

1:49 p. m.  

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