martes, octubre 31, 2006

Cuando mis sentimientos me amagan y haciéndome un regate en seco se esconden dejándome sólo en el partido porque no es su partido. Cuando el gesto de mis manos delata un cierto nerviosismo, y nos miramos tú y yo, y percibo un rechazo en la mirada. Cuando me lo trago todo y lo degluto sin sensación de nauseas, y no tengo después ni siquiera una digestión difícil. Cuando me levanto por las mañanas, todas las de mi vida, pensando tan sólo en por qué me levanto, y no encuentro ninguna razón plausible para pensar en ti, seas quien seas, ni para perder un instante de esos que llaman “del tiempo de la basura” los entendidos del básquet para buscar la forma y manera de dibujar sobre el espejo empañado al que me miro la imagen, caricatura si quiera, de un ser humano. Cuando …, ¿pero qué significa humano? ¿Quizás pueda venir de humo, inconsistente y temporal, circunstancial y ajeno? ¿Acaso puedo ser yo imagen y semejanza de alguien... o de algo; criatura de creador?
Cuando miro mi copa vacía al final del día y repaso que es lo que hice, me entra la risa floja: educada, sí, y comedida, también, pero risa floja, a fin de cuentas, del que se deja ir sin ni siquiera tener el valor de dejar de ser él mismo.
¿Qué esperanza tengo yo si ser y estar parece lo mismo en inglés? ¿Cuál sería mi razón de "to be"? ¿Dónde mi yo deja de ser uno para poder convertirse en múltiple e invencible? ¿Por qué me asustan tanto las palabras y no quiero escribirlas para no tener que leerlas después?
¿Por qué cuando me miro al espejo sólo veo lo que existe a mi espalda, trás de mí?

sábado, octubre 14, 2006

Más o menos bien.
Que la vida se reduzca a eso, a que sepamos que vamos más o menos bienes los unos de los otros. A que no percibamos que los sentimientos se nos amontonan, que las sensaciones se nos agolpan pidiéndonos paso, que el corazón nos palpita dentro de un orden, y que la respiración, con altibajos, mantenga un ritmo decente, sin alterarnos demasiado.
Que el temor sea llevadero. Que la angustia sea soportable. Que no nos miremos demasiado al espejo. Que no veamos lo que no queremos ver. Que no miremos lo que no queremos ver. Que no pensemos en lo que no queremos ver.
¡Más o menos! Si, si ... ¡bien!
Que cuando el calor de ese tacto deseado se vuelva tibio y sólo nos acompañe en noches de insomnio y de silencio con cadencia conocida; que cuando el volcán se apague dejando tan sólo noticia de si mismo; que cuando el mar muera en la playa dócil, lánguido, parodiándose a si mismo cansado y avergonzado de su dependencia lunar, seamos capaces de decir: Más o menos bien; bien, más o menos. Y después de decirlo..., y despues de decirlo.... ¡Si, más o menos!
Seguro que es suficiente.

jueves, octubre 12, 2006

Siempre esperé otro día. Siempre había una razón mejor para no hacerlo, para anteponer otra cosa, para dejarlo aparcado. Siempre una obligación, una responsabilidad propia o impuesta, un compromiso ajeno.
No importaba demasiado, tenía tiempo para hacerme mayor y ello requería tiempo.
¡Tiempo al tiempo, querido amigo! No corras; aprende a caminar antes de pretender a correr, no tengas prisa. Y escuchando mi propia voz, sin experiencia, así lo hice…. Pero lo peor de todo es que si yo me olvidé del tiempo el tiempo no se olvidó de mí, y me hice mayor y estoy perdiendo el futuro por intentar recuperar el pasado.
Dios, ¡cuantas palabras huecas!